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Acercamiento a un personaje

Por Carlos Malagón Malagón

Nacido en algún rincón de América Latina, Augusto Bracho representa una figura misteriosa dentro de su propio imaginario musical. Conocido en los barrios bajos como «el soldador de los ritmos», Bracho juega a fundir sonidos, imágenes, polvo, palabras y tradiciones dentro de una perspectiva muy particular; lo mismo canta un merengue que una ranchera, o hasta un cuplé.

Su primera presentación fue en Buenos Aires y su primer material discográfico grabado en México. De esta manera y desde diversas esquinas del continente al que pertenece, el personaje va cultivando su poética y su sombra; en ocasiones amparadas por La Bullanga Tronadora, un conjunto de músicos inquietos, la mayoría aficionados a las cantinas y al dominó, que sirve de refuerzo a los enigmáticos conciertos del autor. Canciones tan pintorescas como «Qué fácil ser mamarracho», «El rey del pecado frito», la romántica «Manos postizas», la alegre «Coplas Oaxaqueñas», el bolero «Yo te recuerdo, Caracas» o la esotérica y primitiva adaptación del poema «Sensemayá» de Nicolás Guillén, forman parte de su repertorio.

Lo han visto en la estación Jamaica del metro de Ciudad de México cantando con su cuatro venezolano y una armónica prestada. En Lima lo escucharon recitando versos de amor a su perra Roberta frente a la tumba de Chabuca Granda, y aparentemente en Barranquilla hizo palmas en varios recitales de chandé con un entusiasmo solo comparable con el brío y la magia que se derivan del aguardiente o el ají. Es así como Augusto Bracho se conoce y se desconoce en su propio mundo.

En nuestra actualidad la música de Bracho puede disfrutarse en presentaciones vivas ofrecidas por todo el mundo (destacan sus célebres Cantinazos en México) o en registros discográficos como el E.P. artesanal titulado Primer acercamiento al mito, publicado en septiembre de 2014; su álbum Mercado de los corotos (2018), una buena selección de canciones originales que conviven en un disco muy exótico producido por Nacho Mastretta; y más recientemente Música moderna (2022), álbum de nueve nuevas canciones compuestas e interpretadas de manera íntima por el autor con el único acompañamiento de su guitarra.

El músico también es miembro de proyectos colectivos como Augusto & Moisés –dueto con influencias madrigaleras que comparte con Moisés de Martín–; El Conjunto –un dúo para bailar y reír que mantiene con Martín Bruhn–; y el Cuarteto Internacional –grupo musical casi familiar que destaca por la armonía vocal y la de sus integrantes: Marina Sorín, Nacho Mastretta, Martín Bruhn y el propio Bracho–.

Augusto Bracho también es el heterónimo musical de Gustavo Guerrero (Caracas, 1986), artista venezolano radicado en México.

 

Foto: Hilda Pellerano